• Primer paso. Realice el Ritual de la Relajación.
• Segundo paso. Realice el RMDP. Cuando haya terminado, sitúese detrás del altar (si dispone de uno) con las manos a los lados y los ojos cerrados; respire de forma regular y relajada y, sobre todo, intente que su mente se encuentre en un estado tranquilo, sereno y calmado.
• Tercer paso. Dirija su atención justo encima de su cabeza. Como consecuencia del RMDP, debería haber una esfera de brillo blanco justo en este punto. Si no es así, visualícela. Tómese su tiempo. Contemple este brillo blanco con un sentimiento parecido al temor: es el equivalente espacial al núcleo vital de su ser, su yo superior, su enlace con lo Divino. Como consecuencia de esta contemplación el brillo debería intensificarse. Ahora, pronuncie con voz vibrante el nombre de Dios, E-hy-é, tres o cuatro veces. La esfera debería ser aún más brillante.
• Cuarto paso. Ahora, visualice un rayo delgado de luz que desciende del brillo hasta el centro de su cabeza y que termina en su nuca. Aquí el rayo se ensancha y se convierte en una esfera de luz, aunque no tan grande como la superior. En este punto, debería visualizar simultáneamente la esfera brillante que se encuentra encima de usted, la pequeña esfera de luz en la base de su nuca y el rayo luminoso que las conecta. Comprenda que éste es el enlace entre su consciente y su yo superior y, con esto, la esfera de su nuca debería aumentar de tamaño y de intensidad. Pronuncie con voz vibrante el nombre de Dios, Yod-He-Vav-He El-ohim, tres o cuatro veces.
• Quinto paso. Teniendo muy presente lo anterior, haga descender por su torso el rayo luminoso, desde la esfera de luz de su nuca, y encienda el plexo so-lar en forma de esfera. Comprenda que esta esfera representa su conciencia y, con esto, debería aumentar de tamaño y de intensidad. Es posible que sienta que le calienta un Sol interior. Pronuncie con voz vibrante el nombre de Dios, Yod-He- Vav-He El-o-á Ve-da-at, tres o cuatro veces.
• Sexto paso. De igual forma, vea la luz descender hacia la zona de sus genitales y formar allí una esfera. Aquí, contémplese como dueño de su yo «inferior». El nombre de Dios que debe pronunciar con voz vibrante tres o cuatro veces es Sa-dai El Chai.