• Séptimo paso. En este momento, la persona debería estar cerca del círculo. Con el instrumento elegido señalará bien hacia encima de la cabeza de la persona enferma o hacia la parte de su cuerpo donde se encuentre el problema que debe curarse. En este instante, todos los del círculo deberían imaginar una luz brillante y gigantesca encima del centro del círculo. Este es un Keter de grupo y no un Keter individual. Cada uno de los ritualistas debería ver un rayo de luz que sale disparado hacia el punto que ocupa la persona con el instrumento. Cuando el ritualista solitario note que esto se ha conseguido, entonces dirigirá esta gran cantidad de energía combinada, de grupo y espiritual, hacia el instrumento y hacia el interior del cuerpo de la persona enferma.
• Octavo paso. Cuando el ritualista note que la energía corre por el interior de la persona situada bajo el instrumento mágico, entonces empezará a pronunciar con voz vibrante (en un tono muy bajo), el sonido vocal «A». Todos, excepto la persona que está siendo curada, se unirán entonando la vocal y dejando que suba de tono y de volumen. Cuando el ritualista sienta que el sonido ya no puede aumentar más, exclamará «ahora» para indicar a todos los ritualistas que griten «OLA» (con 10 cual se habrá pronunciado A-GLÁ como en el RMDP) y que den una palmada fuerte, rompiendo así el círculo de energía. Inmediatamente, el ritualista se volverá hacia el Este, alzará ambas manos y (sosteniendo todavía el instrumento con la mano derecha) dirá:
No míos, sino Vuestros serán el poder y la gloria para siempre.
Todos los ritualistas pronunciarán con voz vibrante A-MÉN y regresarán a sus asientos.
• Noveno paso. Se repetirá el RMDP igual que antes. Aquí termina la ceremonia de curación.
Otro de los objetivos de romper de repente el círculo con palmadas y un grito es el de evitar que la energía pueda volverse hacia los ritualistas. Aunque no les provocaría ningún daño, porque es energía positiva, disminuiría el poder de la curación. También se evita así la «sacudida negativa» que a menudo sufren algunos curadores que tienen un talento natural pero que no tienen experiencia ni conocimientos mágicos. A veces, este tipo de curadores acaban sufriendo temporalmente los mismos síntomas que padecía la persona a la que han curado. Esta sacudida negativa se evita totalmente con las técnicas descritas en la ceremonia anterior.
Algunos de ustedes quizá se estén preguntando qué asociaciones establezco yo con la vara y la daga. Más adelante, en esta lección, tendré algo más que decir sobre el tema.